Escuela de Cine Comunitario y Fotografía Pohualizcalli, un espacio en Iztapalapa donde el aprendizaje se basa en la solidaridad e igualdad

Escuela de Cine Comunitario y Fotografía Pohualizcalli, un espacio en Iztapalapa donde el aprendizaje se basa en la solidaridad e igualdad

20/06/2024
Por Alejandro Peña

La Escuela de Cine Comunitario y Fotografía Pohualizcalli se define como “la primera escuela de cine comunitario y fotografía en México”, en donde ofrecen “actividades académicas, principalmente de comunicación gráfica, fija y en movimiento para todas aquellas personas que tengan interés en adquirir, desarrollar y fortalecer nuevas competencias, para la vida y el trabajo”, de acuerdo a su página web.

Actualmente, sus instalaciones se encuentran dentro de la Utopía Papalotl, que forma parte de una serie de parques, centros sociales, deportivos y culturales abiertos al público en la alcaldía Iztapalapa, pero se espera que dentro de pocos meses se muden al edificio que anteriormente era el auditorio Quetzalcóatl, infraestructura que se traducirá en mayor comodidad para las y los asistentes y que los llevará a reformular varias mecánicas de trabajo, pues contarán con espacios más amplios.

Utopía Papalotl – Foto de Alejandro Peña

Así funciona la Escuela Pohualizcalli, Casa de las Historias

Mi Valedor se acercó para conversar con algunos de los integrantes del equipo que dirige e imparte clases en la Escuela Pohualizcalli.

Iván Lara es parte del staff, compuesto apenas por ocho personas, y además enseña producción avanzada y revelado digital. Nos cuenta que la escuela comenzó funciones a finales de 2019, y el primer trimestre de clases se dio en pleno inicio de la pandemia por el Covid-19, en forma híbrida, es decir, con algunos alumnos presenciales y otros online. Al pasar los meses, decidieron mantener esta modalidad ya que llegaron a cerca de 30 países, inclusive de Europa.

Tenemos clases de fotografía, de vídeo, cine y de actuación. De actuación tenemos actuación para niños, actuación básica, actuación intermedia y actuación avanzada, tenemos el área de cine, fotografía, historia de cine mexicano, postproducción, edición de vídeo, dirección, tenemos casi todas las áreas cubiertas, nos faltan algunas muy específicas, como dirección de arte, pero casi todo lo cubrimos”, explica Iván.

Parte del Staff de la Escuela Pohualizcalli con el libro Valedoras de Iztapalapa – Foto cortesía de Ana Lilia

Los profesionales que dan los talleres se comprometen con el proyecto por nueve meses cada año, y las clases las dividen en dos cuatrimestres, y a mitad de curso se da un mes colaborativo, destinado a las prácticas con algunos proyectos que traen los asistentes.

Iván comenta que entre los alumnos que van de forma presencial y los que asisten online, podría haber alrededor de 14 mil, para 28 talleristas. No hay costo alguno para inscribirse y las edades van desde los seis años hasta personas de la tercera edad, “porque como se jubilaron buscaban un espacio para hacer algo, incluso tenemos personas ya adultas mayores que su sueño fue aprender a hacer fotografía y aquí ya están desarrollando esa habilidad”.

Instalaciones de la Escuela Pohualizcalli – Fotos de Alejandro Peña

Con respecto a la estructura de las clases, Iván indica que, al ingresar como parte del staff, fue dándose cuenta de que “faltaba mucho apuntalar ciertas áreas, o sea, no había mucho bajo la estructura para hacer que la gente saliera completamente formada, para que entendiera bien todas las áreas de cine, entonces fue sobre la marcha. En fotografía sí estaba un poquito más cubierto porque había fotografía básica, intermedia y algunos especializados, entonces podían tener una formación un poquito más completa, en la de cine no lo tenemos, pero conforme se fue haciendo más grande la plantilla nos dimos cuenta que si no acelerábamos, nos íbamos a quedar atrás, porque ya no venía simplemente la persona que no sabía absolutamente nada de cine y que podíamos darle una cuestión introductoria, sino que ya venía el chavo que trabajaba dentro de la industria y que le habían contado que aquí había muy buenos maestros, entonces ahorita gran parte de los alumnos ya requieren cosas más especializadas, así fue como lo fuimos construyendo y afortunadamente este proyecto es atractivo hasta para los propios maestros”.

Playera de la Escuela Pohualizcalli – Foto de Alejandro Peña

Los profesionales que imparten los talleres no estudiaron docencia propiamente, sino que comparten sus conocimientos con base en su experiencia, “y tenemos personalidades muy importantes, o sea, dentro de actuación tenemos a Mercedes Hernández que es ganadora del Ariel, tenemos a Juan Carlos Rulfo, que también es ganador del Ariel y que en su momento compitió para los Oscar, o sea realmente la plantilla está muy completa, pero sí fue sobre la marcha, la verdad esa es la gran realidad”, añade. También han contado con la presencia del reconocido cineasta Michael Rowe.

Estos profesionales fueron llegando por ser conocidos de alguien del staff, “pero sobre todo los perfiles eran de gente que pudiera estar conectada con la comunidad, gente más empática con todos, entonces al principio fue así la forma y después ya solitos llegan, o sea, incluso, por ejemplo, cuando vino Juan Carlos Rulfo al principio él decía que no podía porque tenía varias películas por hacer, y entonces hablamos de una masterclass gratis. Y una vez que lo llamé me dijo ‘estoy tirado en el pasto en Chiapas después de terminar la película, estoy tomando decisiones, qué es lo que voy a hacer’ y así decidió venir, y ahora está completamente comprometido al grado que ya se quiera venir a vivir a Iztapalapa”.

Salón de clases en la Escuela Pohualizcalli – Fotos de Alejandro Peña

Iván resalta que uno de los objetivos de Pohualizcalli es integrar al proyecto a gente que puedan recomendar para trabajar, gracias a las conexiones que tienen con diferentes empresas o figuras influyentes. “Cuando llega una productora o alguna persona en específico, nosotros ya tenemos ubicados a los que realmente están destacando, con el paso del tiempo vamos viendo quién sobresale. Por ejemplo, aquí vinieron de Netflix para una serie que se llama ‘Los reyes de oriente’, y nos pidieron de los talleres de guion a algún chavo que se pudiera integrar al cuarto de escritores, entonces más o menos ya los nuestros los tenían ubicados y ya nada más sacamos a cinco candidatos; dentro de esos cinco candidatos, uno se quedó, al otro lo iban a recomendar con otra productora, y así”.

Por otra parte, señala que no realizan evaluaciones, porque se guían más por la estructura de talleres, “entonces hacer evaluaciones de repente como que trae ese tipo de formación que nosotros decimos que es como presionarlos a algo, entonces aquí más que nada es una población itinerante dentro de todos los talleres, sus conocimientos se van poniendo a prueba con otros talleres, por ejemplo, ven el taller de fotografía básica, luego el de fotografía intermedia y después llegan conmigo a revelado digital y pues yo ya les hago un repaso de lo que ya vieron y ahí es cuando van reforzando otra vez”, y pueden observar quiénes han interiorizado mejor los conocimientos, y elegir posteriormente, si se presenta la oportunidad, a quiénes recomendar.

Asevera que en cuanto a los retos a los que se enfrentan, “uno es que ellos sí quieren un reconocimiento, o sea, quieren salir con un papel (certificado) y entonces por más que nosotros les demos constancias, los alumnos siguen creyendo que hace falta un papel más oficial, entonces hay como un empuje a hacer una escuela formal, pero los requerimientos de una escuela formal son muchísimos e incluso muchos de nuestros maestros al no ser docentes, va a ser difícil que se puedan matricular para dar una clase especializada. Entonces esa es la presión, como que de repente a las autoridades también les gustaría ver eso, pero mi forma de ver es que eso también limita, porque hay gente que quiere entrar y que dice, ‘ah, ya se convirtió en una universidad, a mí antes me aceptaban aunque tuviera solo la primaria, ahora ya no me aceptan, o yo solo tengo la secundaria, no me aceptan’, entonces como que a veces es difícil”.

Constancia que entrega la Escuela Pohualizcalli – Foto de Alejandro Peña

De igual manera, agrega que se les complica poder escuchar a todas las voces de la comunidad, “es difícil eso y sobre todo que también llegan muchos alumnos que quisieran más recursos” para los proyectos en los que participan. “Llega esa gente que ya tiene otro tipo de formación, que quiere ver que en la alcaldía ofrezcan dinero para hacer sus cortos y todo eso, y entonces eso es lo que sí se nos dificulta”.

No están subsidiados por la Alcaldía, aunque sí les aportaron los recursos iniciales, “nos pusieron todo el equipo que eso sí, la verdad pues para cualquier casa de cultura dentro de la Ciudad de México que te den una cámara como la que tenemos en realidad es muy difícil, pero pues dentro del cine es poco, pero tener lo mínimo también vale muchísimo. Todo lo demás son aportaciones, por ejemplo, una luz profesional es mía, entonces la presto, hasta los propios maestros traen cosas. Aquí tenemos del maestro de fotografía su bolsa con la cual resuelve todo. Entonces buena parte del equipo es de donaciones”.

Iván comenta que en la Escuela Pohualizcalli se da preferencia a la gente de Iztapalapa, porque el proyecto nació pensado para las comunidades de allí, “entonces sí, alrededor del 80% proviene de acá, pero hay veces que un taller a lo mejor no llama mucho la atención para la gente de Iztapalapa y tenemos mayor población de otro lado, porque en realidad se admiten de todas partes, no hay distinción más que cuando se empiezan a hacer los grupos, que se da preferencia a la gente de Iztapalapa, y si se llena, pues hasta ahí quedó, pero nunca llena la gente de acá, es una realidad también, entonces si algún maestro admite 40 alumnos, generalmente de Iztapalapa hay unos 25, siempre hay lugares para gente de otros lados, y si quedan muchas personas fuera cuando se hace una convocatoria a algún taller, se intenta que no queden fuera de la escuela en sí”.

Salón de clase en la Escuela Pohualizcalli – Foto de Alejandro Peña

En cuanto a los talleres más demandados, Iván subraya que “los de fotografía básica se llenan mucho, los de posproducción, edición de vídeo, los de actuación, y siento que actuación y fotografías son los que la población casi no abandona, porque sí tenemos mucha deserción, por la gratuidad, la gente cree que por ser gratuito puede decir ‘ahí lo dejo porque ya se me atraviesa tal cosa y regreso después’. Yo siento que la demanda y la constancia es un poquito por lo económico, porque hay gente de aquí que viene y aprende a tomar fotos y va a la escuela de sus hijos empieza a tomar fotos y entonces empieza a retribuirle”.

A los talleres pueden acudir personas que no cuenten con los equipos o conocimientos básicos necesarios, pues la escuela busca la manera de resolver ese inconveniente.

Iván tiene un estudio fotográfico y dice que una gran enseñanza que le ha dejado Pohualizcalli es mantener el nivel en su profesión, pues a veces “por la rapidez dejas de aplicar muchas técnicas, porque te acostumbras a que muchos de tus clientes no tienen el ojo y sabes que los vas a dejar contentos, y entonces te vas mal acostumbrando a que tu nivel vaya bajando, porque das lo mínimo para cumplir satisfactoriamente, no a lo que puedes llegar, y entonces cuando vengo y acá y vuelvo a enseñar una técnica me pregunto por qué la dejé de hacer, y entonces al ver la emoción de los asistentes, de cómo se enganchan de todo lo que les gusta, me digo que tengo que volver a retomar todo eso, o sea, hay algunos trabajos que hacen que bajes la guardia y aquí los alumnos hacen que la vuelvas a subir. Ellos te vuelven a enamorar de lo que un día te enamoraste y por eso estás aquí, te hace feliz este trabajo”.

Rosario Servín y Francisco Amezcua, talleristas comprometidos con la formación de las comunidades

Rosario Servín da el taller de iniciación a la fotografía. Nos platica que “nosotros le damos como un poquito de todo; como en este campo de la fotografía hay mucha gente que viene con sus cámaras nuevas, que no sabe cómo usarlas, pues les damos alguna clase de dónde encontrar algunos elementos, algunos elementos de composición, y bueno, ahorita, por ejemplo es ya al final, cuando ellos hacen una práctica de iluminación; previamente hicieron una de iluminación con objetos más pequeños y con rebotadores, y esta ya es con ellos, algunos traen algún modelo o alguna caracterización e igual juegan con sus esquemas de iluminación, pero en general es como básico, tanto de los elementos fotográficos como de los campos en los que se pueden desarrollar, ya sea de productos de moda o de fotoperiodismo

Salón de clase en la Escuela Pohualizcalli – Foto cortesía de Ana Lilia

También incluyen una leve historia de la fotografía, entran a un laboratorio de revelado y si les da tiempo hablan sobre la cámara estenopeica. “Revelamos en rollo y ampliamos alguna fotito que ellos hayan sacado, eso ya depende de si hay insumos, si no hay, pues nada más nos quedamos con la explicación, o sea, por ejemplo, este grupo ya no dio tiempo de hacerla en grande, pero sí revelaron en rollo

En su clase recibe a personas que tengan o no conocimiento de fotografía, “incluso si no tienen cámara aquí la escuela les presta alguna para que puedan practicar, porque la idea es que, si les gusta, puedan conocer la cámara, su funcionamiento y ya posteriormente si siguen en más talleres de Pohualizcalli y pueden adquirir una cámara, sepan cómo manejarla”.

Salón de clases en la Escuela Pohualizcalli – Fotos de Alejandro Peña

Para poder impartir una clase equilibrada a todos los asistentes, “yo me apoyo en los que saben más, por ejemplo, hay también gente que viene de universidades, gente que ya estudió fotografía y ellos pues obviamente ya traen todo un panorama, a lo mejor vienen como a reforzar conocimientos, hacer prácticas, y me apoyo en ellos, para que me ayuden también con los que vienen desde cero, y ya también ellos lo ven como un repaso”.

Rosario apunta que enseñar fotografía a las comunidades es muy importante porque en la actualidad las fotos son parte fundamental de la vida de muchas personas; “está en todas partes, ahorita todos sacamos fotos con nuestro celular y de alguna forma perdura nuestra imagen, el momento. Entonces creo que, si tú lo haces con más visión, con más herramientas, con más concepto, lo puedes hacer mucho mejor”.

Integrantes de la Escuela Pohualizcalli con el libro Valedoras de Iztapalapa y la revista de Jipitecas – Foto cortesía de Ana Lilia

Por su parte, Francisco Amezcua da clases de cine en cuatro escuelas diferentes, y en Pohualizcalli “imparto las materias de producción de dos clases, una es producción 1, que aquí le llamamos creación de carpetas, porque es donde se hacen las carpetas de producción para meter a convocatorias para fotografía y cine, y la segunda materia que doy la llamamos pre rodaje y post”.

La clase abarca todas las etapas que implica la realización de una película, “entonces en la primera parte vemos idea, desarrollo y financiamiento, y después en la segunda parte en la segunda materia vemos pre rodaje, post distribución y exhibición cinematográfica”.

Francisco acepta en su taller la mayor cantidad de alumnos. En uno tiene 60 alumnos y en el otro alrededor de 50. “El grupo es muy diverso, hay personas que han hecho cosas, hay personas que son profesionales, pero también hay personas que nunca habían tenido ninguna relación con el cine o que están empezando a hacer cosas de cine y de foto”.

Para que todos vayan al mismo ritmo, “yo digo que esto es una guerrilla y vamos al paso del más lento, a veces desde cero, y la verdad es que avanzamos bastante bien, pues es una materia o clase acumulativa, donde vamos desde no saber nada hasta saber cómo se hace la producción completa de una producción audiovisual

Algunos alumnos de Pohualizcalli que iniciaron un proyecto propio gracias a lo aprendido – Fotos de Alejandro Peña

Esta clase de producción de cine, como ya habíamos mencionado, es una de las más demandadas por la comunidad y de las que presenta mayor constancia en la asistencia. Francisco cree que es porque “es una parte importantísima la producción, yo pienso que sin la producción no existe ninguna película ni ningún proyecto. Entonces, pues lo que quieren es aprender cómo hacer mejores producciones o cómo hacer las producciones que quieren materializar en el futuro”.

De acuerdo a su opinión, es importante enseñar producción de cine a las comunidades porque “es algo común que el cine esté muy centralizado. Está muy centralizado en el chilango, en la Ciudad de México, y está muy centralizado o parece ser una herramienta elitista, pero con el tiempo el cine y los medios audiovisuales se están democratizado un montón, entonces podemos hacer cosas con muchísima calidad con pocos medios económicos, y creo que es súper importante que personas que no han tenido acceso a las grandes escuelas de cine o que no han tenido acceso a las grandes convocatorias para hacer sus proyectos, aquí tengan acceso a toda una diversidad. Igualmente, siempre he podido tener la modalidad presencial y en línea paralelamente. A mí lo que me encanta es poder llegar a personas que no están en la Ciudad de México, que quieren aprender a hacer sus producciones y también me parece una manera muy bonita de descentralizar el conocimiento, y que todas las personas con lo que quieran decir puedan hacer sus películas o sus proyectos”.

Tanto Rosario como Francisco coinciden al expresar que el principal reto al que se enfrentan en un proyecto como este es que todos tengan los materiales necesarios para recibir los conocimientos completos, pero aseguran que de una u otra forma y con el apoyo de la Escuela Pohualizcalli, solventan este contratiempo para cumplir con su principal objetivo: que todas y todos aprendan con gusto, en un ambiente de igualdad y con la calidad que se merecen.

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Alejandro Peña

Alejandro Peña

Valedor y periodista a tiempo completo. Zurdo, cinéfilo, amante de la lectura, la música, el café y el chocolate. En contra de las farsas sociales. Otro venezolano emigrante.

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